sábado, 3 de octubre de 2009

Manos generosas

En algún momento de mi vida, me obsesioné con tus manos. No sé bien por qué, pero las veía en las manos de otros y me las imaginaba grandes y fuertes. Eran momentos extraños, de preguntas y definiciones, de lágrimas que resbalaban por certezas. Entre todo eso, tus manos estaban y aunque tenía que verlas cerradas, casi en puños hostiles, se me aparecían abiertas, en una invitación muda para acercarme, esperanzándome con descubrir unos brazos igualmente generosos.
Pasaron esos tiempos y tus manos nunca se fueron. Desaparecieron en el trajín, para forjar destinos, para ofrecer proyectos que parecen opacos ante los signos de nuestros días. No sé cuantos decidieron recibirlos, pero sí sé que aún cuando estoy cierto del rechazo que debiste ver en muchos, sigues mostrando esas manos, llenas de los mismos proyectos, ma´s agrios que dulces, en apariencia, pero llenos de amor.
Tomé mi propio proyecto, con la ilusión viva de no alejarme del que tus mismas manos forjaron para mí al principio y hoy, abrumado por las dudas, he vuelto a acercarme. Nunca me he ido, como seguramente sabes, pero hoy ya no son tus manos las que veo.
Tus hombros han pasado a ocupar ese lugar, porque todo pesa, como pudiste notar cuando decidiste venir a darte una vuelta. Hoy son tus hombros los que reclaman mi atención, pues también tuviste que plegarte al lenguaje y sembrar esperanzas, crear realidad, y apoyado en esa certeza es que contemplo tus hombros, con una suerte de insano anhelo.
Reclamo tus hombros, porque los míos son frágiles, reclamo tus hombros, porque no sé llevar bien aquello con lo que me equipaste desde el principio. Reclamo tus hombros, porque mi propio egoísmo me hace incapaz de encontrar la forma de llevar con tu estilo las cosas que me abruman a diario y me atrevo a pedirlos, sabiendo perfectamente lo bajo de mi pedido.
Sé que al reclamar tus hombros me traiciono y doy traspiés en la racionalidad a la que tanto me aferro, pero al mismo tiempo, sé que también estás en esa racionalidad. Siempre estás y no te vas, nunca te vas y en la pena que surge por la noche, en ese manual de incomunicación que he empezado a construir también estás.
Quizá de verdad no te reclamo nada, sólo doy fe de tu presencia y declaro mi necesidad. Quédate, porque no es fácil, quédate, porque finalmente eres lo único que no pasa. Quédate, si quieres, porque definitivamente puedes.

http://www.youtube.com/watch?v=0u0EH6pTvrU

5 comentarios:

Anónimo dijo...

voy a vivir en las profundidades del aberno en un mar de fuego,cuando me muera. soy la peor mal pensada que pisa este planeta,cuando miraba lo que escribiste, me dije,hmm uuuuiii pero despues fue muy denso y lleno de hmm muchas cosas para ser solo uui, y termino por darme pena, que lindo pero que triste, y que verdad es, pasa todo, pueden pasar los dias, los amigos, las cosas que nos gustan pero si nos damos una oportunidad el, es el que nunca deja de estar. como ese acto que una vez te conte que hicieron en una clase de psicodrama, o mas bien sociodrama a estas alturas no me acuerdo, era un grupo aproximadamente, de 8 o 7 personas, todos trataban de explicar que era un celular, primero un guerrero,un soldado,por ejemplo decia que era un arma letal que tenia todo el mundo que correr por sus vidas, davinchy, trataba de desarmar el aparato,para explicar su funcionamiento analizando las partes, y asi pasando por una serie de famosos de lahistoria asta llegar a dios... el decia: ai, mi hijo es tan creativo, por eso lo e dotado de una inteligencia unica, a inventado este aparato para comunicarse entre sus hermanos, que pena que aunque yo tambien tengo uno de estos nunca me a llamado a mi.
esta representacion me lleno de pena, creo que te la comente, en su momento, pero bueno, entre tanto y tanto de esto y lo otro,entre tanto de lo bueno y de lo malo me alegra saber q en medio de la soledad o de la dicha sabes que esta el para acompañarte, quizas puedas descanzar un poco en el si esque te permites que el te ofresca sus hombros para hacer mas liviana tu carga. te quiero.

Anónimo dijo...

uuuuuuu!, tu post me dejó pensando muchas cosas, y la principal es la poca disposición que tenemos nosotros para ir a que él nos acoja. tal como decía la
hermosa canción que pusiste, sin él no somos nada, sácalo de tu vida, y que queda?, nada, nada más que la insertidumbre, como un camino sin luz, como la
oscuridad absoluta, como un laverinto sin salida, oorque es él quien nos ayuda y nos muestra el camino. yo por ejemplo, nunca me he dado el tiempo para
ir a una misa, o simplemente ir averlo un rato, nada, porque es más cómodo para mi decir que tengo mucho que hacer, siempre tenemos tanto que hacer, que
no nos damos un tiempo cortito para hablarle de lo que sea, de nuestros sueños, ilusiones, penas, miedos, etc. es justo lo que él quiere, que tú reclames
sus hombros, él no te juzgará, es demasiado grande para eso, esas cosas, sólo caben en nuestra mente, pequeña y mediocre, no en la suya, inmensa y perfecta.
Ya, ahora si que me voy y cuídate mucho, mucho y espero verte en la u mañana, nos vemos, aiós!

Claudio dijo...

http://www.arteche.uchile.cl/antologiapoetica/destierros28.html

Toshi dijo...

Aaah... los hombros son frágiles... me pregunto si siempre se podrá cargar con tan enorme peso... debe haber algún punto en donde inevitablemente cedemos al peso y nos dejamos caer... confiar el peso en los hombros de otra persona, como también confías en que ella comparta su propio peso... aaaah a veces, ni siquiera es que uno ceda, sino que la tierra bajo nuestros pies se empieza a desquebrajar y al segundo siguiente te estás hundiendo...
Lindo escrito, me deja pensativa...

Macarena Concha A. dijo...

yo también escribo :P