lunes, 24 de diciembre de 2007

¡Navidad navidad!

Llegó navidad, ¡navidad llegó!…. Y yo quise aprovechar estas fechas para actualizar este abandonado espacio. Quiero que sepan que si no lo he hecho, es únicamente, porque me ha faltado tiempo, pues cosas que contarles tengo por millones. Iré poco a poco y aprovecharé también estas fechas para enviarle a cada uno mis mejores deseos.
Son muchos los clichés que rodean estas fechas, por lo que no quiero reproducirlos, más que para desearles una navidad SIGNIFICATIVA, así, con mayúscula. Espero puedan compartir, pasarlo bien y ser felices. No hagan nada que yo no haría, pues eso ya les deja un enorme margen de libertad (jeje) . Un abrazo gigante y nos vemos a la otra.

Ohh sí. Quiero, antes de irme, dejarles una historia que me gusta mucho, pero no tanto por lo que a todos les gusta (ya juzgarán) sino, porque se enmarca dentro de lo popular que rodea este nacimiento. Hay muchas historias, poemas, cantos folclóricos y no tanto, que reproducen ficcionalmente, tanto el contexto como la reacción que debió haber suscitado el nacimiento de Dios en los animales, la gente del campo, los que no eran de esos países etc.
A esta pequeña historia que les dejo, no le conozco autor, pero es relativamente actual, (ya juzgarán) y es menos tierna que otras, más folclóricas, que espero mostrar en lo sucesivo. Sin embargo, y sin intención de hacer juicios todavía, es muy simple y por eso quizá me guste tanto.


El sueño de María

Tuve un sueño, José.... no lo pude comprender, realmente no, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro Hijo; creo que sí, era acerca de eso.
La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban las casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos.
Era muy peculiar, ya que todos los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños, todo lo colocaban
debajo de un árbol. Si, un árbol, José, dentro de una casa.
Esta gente estaba decorando el árbol también. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban.
Había una figura en lo alto del árbol, me parecía ver una estrella o un ángel, oh! Era verdaderamente hermoso.
Toda la gente estaba feliz y sonriente. Todos estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros José, pero, no quedó alguno para
nuestro Hijo.
Sabes, creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre; ¿no te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el
cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?.
Tuve la extraña sensación de que si nuestro Hijo hubiera estado en la celebración, hubiese sido un intruso solamente. Todo estaba tan hermoso José y todos
tan felices, pero yo sentí enormes ganas de llorar.

Que tristeza para Jesús no querer ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños. Estoy contenta porque sólo fue un sueño, pero que terrible José, si esto
hubiera sido realidad.