domingo, 30 de agosto de 2009

Una locura picantosa

“Oyeee… si los cieguitos son super especiales, porque como Diosito les quitó la vista, los hace sentir más po…
¡Ay! Yo he escuchado que son más frescos, tocan por que sí y porque no… yo por eso les ayudo, pero de lejitos nomás”
Una conversación cotidiana.

En la misma línea del post anterior, les traigo una locura bien picantosa, que aún hace tambalear mis sólidos valores de “chico de su casa” y conservador hasta el extremo.
La aventura sucedió hace un par de días y hasta mis dedos están sonrojados al pensar en escribirla. Todo comenzó cuando, sin ganas de regresar a nuestros hogares y algo prendidos por todo lo que había pasado en el día, mis amigos y yo cavilábamos sobre qué hacer. Estaba la tradicional idea de retirarnos a algún lado a comer una grasienta ricura, la casi tradicional de ir a tomar por ahí algún embriagador elixir y una en la que sólo habíamos pensado. Ya ni me acuerdo quién fue el truhán que arrancó mis principios de cuajo, para decir… “¿Vamos a un motel?
¡Ay si mi madre supiera el regocijo que me provocó la idea! Era tan loca como simple, porque ruego al lector que imagine a cuatro topos, algo pernos, totalmente neófitos en el sexo nómada, que emprenden la misión de encontrar un motel para hacer cualquier cosa menos lo que se estila en esos lugares.
Vamos, dijimos todos, pero nos daba risa imaginarnos cómo demonios íbamos a preguntar a la gente dónde estaba la casita aquella, de la que sólo habíamos escuchado hablar a un amigo Donjuanezco que tenemos. Yo, particularmente, imaginaba la cara de la persona a la que le preguntáramos. “Cuatro tipos! Cuatro ciegos! Nonono si así son estos…”
Nos fuimos caminando hacia el lugar y cuando efectivamente llegó el momento de preguntar, me dio risa y no pude hacerlo. Jaja, no sé qué tiene de gracioso, pero me da mucha risa imaginar una estupidez como entrar a un lugar que no sea el motel y preguntarle al dueño o dueña si lo es… imagino su cara y no sé… me da risa, porque yo mismo caigo en esos estereotipos y bla, es divertido, simplemente.
Al final, recompuse mi cara y le pregunté al señorcito: ¿Tengo entendido que por aquí hay un… motel…
-Sí sí, síganme, yo les indico.- Su tranquilidad nos prendió e hicimos de tripas corazón pa entrar en el lugar que era piolita, pero totalmente desconocido para mí.
Se cerró pues la puerta y me quedé plantado frente a otra puerta con una rendijilla, con una voz oscura de mujer que me preguntaba: ¿Sí?
La situación era bien irreal y no me bastaba con sentir a mis amigos detrás, porque su silencio era más bochornoso aún. Jaja, ni si quiera sé si me puse rojo o no, para preguntar precios, tiempos y todo aquello. La voz de la mujer era extremadamente seria y yo creo que eso me ayudó a salir bien parado de la situación, porque pude calcular adecuadamente y convenir con mis compinches que era caro y que mejor lo dejáramos pa otra ocasión.
¡Aaay, Señor! Lo más chistoso fue cuando le dije si era posible que en una habitación simple entráramos cuatro personas. Tardó en contestar, jaja seguramente con imágenes de orgías en la cabeza, matizadas con bastones… jaja, ni idea. –No- dijo finalmente y nosotros, tras agradecer, nos retiramos del lugar, para detenernos luego en la esquina y darle una vuelta a la cosa.
Yo me sentía todo un cartucho, porque mientras trataba de relajar a los cauros, me moría de risa de lo estúpido de mis nervios y de lo cómico de toda la situación.
Demás está decir que acordamos que quizá iríamos en otro momento, porque… siempre es bueno conocer, creo yo… aunque sólo sea para disfrute de la mujer de la entrada, que quizá sí notó nuestra inexperiencia.
Es divertido hacer esas cosas con amigos, divertido también que podamos jugar con esos estereotipos y mejor aún, que ya no vayamos a tener vergüenza para preguntarle a nadie… “Disculpe…¿Dónde podemos encontrar un motel?
Ok mis queridas y queridos. Nos veremos a la otra, con un post más serio tal vez. Abrazos grandes.

jueves, 20 de agosto de 2009

Estereotipos y buena onda

Una locura

He andado ultra resfriado y me apesta eso; ha habido harta pega y un poco de estrés, pero la cosa ha estado mucho mucho más tranquila, a decir verdad. Hoy me decidí a escribir, porque ayer sucedió una tontería que me parece choro comentar.
Después de clases y cargado con una tos horrenda, decidimos con una de mis colegas favoritas ir a comer algo rico, como ya se ha hecho costumbre. ¿Un helado?, ¿Una pizza?, ¿Una ensalada?, ¿Todas?, siempre nos cuesta tomar la decisión, pero es chistoso discutirlo con pullas amistosas y buena onda.
Decidimos por fin que iríamos a tomar café con pastelitos bien recomendados. Obviamente, pedimos tortas distintas, como distinto es el lenguaje de las matemáticas, como distinto es el chocolate de la frambuesa. Las trajeron y yo, quejándome porque la carta no estaba en braille y ella burlándose un poco debíamos dar un espectáculo bien particular, ¿O no?
-“¿Te saco el papel de la torta?- me preguntó entonces con su naturalidad de siempre.
-Dale- dije yo. –Tan Cléber tú, matemática tenías que ser.
Fue el principio de la locura, porque en ese momento se acercó a nosotros un tipo realmente extraño, visiblemente agitado.
-Ay disculpen, pero es que… es que… me da mucha emoción verlos comer juntos.
Pido al lector que imagine mi cara de espanto y oscuras premoniciones. Ella sólo estaba extrañada, pienso yo.
-Es que….- continuó el hombre… -ustedes me recuerdan una película norteamericana que se llama Cita a ciegas… donde… un cieguito…mmhh… queda cieguito por una operación, y su amada lo acompaña y lo ayuda… es hermosa… ¡véanla!. –Y en serio que es bien bonito verlos así.
¡Ay de mí! Yo intentaba controlarme, porque entre la risa, la incredulidad y la molestia que me producía la escena, casi no podía hablar. Mi colega simplemente era amable, pero estoy seguro que igual debió haberse incomodado. La cosa es que el hombre se retiró y ella intentó apaciguarme, porque, como es mi costumbre, había empezado a despotricar.
Es una tontería, por supuesto, pero refleja muy bien dónde estamos puestos. Mi colega sólo era agradable conmigo… ¡Diablos! Jajaja es que ahora que escribo, no puedo evitar reírme, porque Dios, ¡cómo influyen los estereotipos holliwoodenses!
-Ya, Remus. Si es sólo que la gente es hueona… somos todos ignorantes… y no sabemos tratar con los discapacitados.
Ella es un amor, pero ya ha comenzado a vivir lo que vive toda chica guapa que va al lado de un ciego menos guapo… jaja es tan ridículo, pero no es la primera vez que me pasa. Me encanta que lo podamos tomar con humor, porque dentro de los estereotipos y los prejuicios es bien inofensivo. Nosotros sabemos ya, querido lector, que hay otros que no lo son y contra ellos nos levantamos. Esto es divertido y espero que a mi amiga le haya parecido sólo eso.
¿Qué chucha tiene de romántico una niña que le saca el papel de una torta a un tipo medio rechonchito que sonríe y hace chistes locos? ¿qué de película de Holliwood que ambos se intercambien, con tenedores distintos y cada uno con el suyo, trozos de sus respectivas tortas? Jaja, ¡si ni si quiera me la dio ella o se la di yo!
Es una amiga la raja y estoy seguro que a su novio el chistecito no le hubiese hecho mucha gracia. Por mi parte, yo me río y recomiendo otra peli de ciegos, llamada Virgilio. Es maravillosa, porque, aunque tiene estereotipos bien marcados, entrega una visión bien interesante de lo que es para un ciego volver a ver.
Sería, mis queridos lectores. Un abrazo enorme y ¡nos vemos a la otra!

martes, 11 de agosto de 2009

Insomnio

“oye R…
Qué te parece el bla?
¿R?
Mmmhh… no es algo que me quite el sueño, G”.

Después de dos noches con insomnio, por fin pude dormir como Dios manda anoche. Es francamente lo peor no poder dormir, porque yo, que normalmente duermo poco, termino el día de pésimo humor y con tendencia irrefrenable a pensar en las cosas malas. Nada de imágenes extraordinarias, ni torres oscuras ni parcas temibles. Estos elementos, propios de un libro llamado Insomnia de Stephen king, me han estado rondando y haciendo de mi vigilia forzada algo más despreciable aún, por carecer de ellos. La cosa es que me he vuelto más adicto aún a la coca cola y a los chocolates con yogurt y frutilla.
No ignoro el motivo del insomnio y me siento estúpido por descontrolarme en estos momentos. No sé lo que espero, pero obviamente no es este desamor brutal que veo en todos lados y que me contagia como si se tratara de la porcina. No. Y lo que digo está lejos de esas cosas que dicen los que se creen magnánimos y hablan de lo mal que está el mundo y bla bla bla. Yo sólo quisiera entender lo que pasa, no esperar y que no me afectaran tanto las cosas como para perder el sueño. Pido disculpas por la parquedad de esto, pero ni si quiera sé muy bien cómo describir la situación, sólo que es como una ruptura horrible en la que me siento incomprendido y bla, atrapado y bla y sobre todo, incomprensiblemente sólo. Ah, pero las disculpas no van sólo por eso, porque sé que varias personas han intentado estar, pero mi mismo bloqueo quizá no me permite verlo, y tapona mis ganas de siempre para ver gente, ver gestos, ver manos y cosas así. Hoy casi todo me pesa y lo más triste es que se refleja en lo que hago, en el afán estúpido de querer siempre ser G y no R.
Quisiera tener esas patas, R. Quisiera tener tu capacidad para decir cara de raja aquella frase en los momentos más raros. No la tengo y tampoco sé si es malo o bueno, porque nunca creí en tu frase, si vamos a ello. Hoy ya todo es distinto, por lo que ni si quiera me importa que no hayamos podido compartir esa facultad gloriosa de la que te jactabas.
Vamos, Remus, que el querido lector debe estar aburrido preguntándose cosas o puteando por lo críptico del post. Puede ser, pero, querido lector… “es algo que no me quita el sueño”…
Mentira, pero quisiera abusar de su paciencia y transmitirle que a mí las cosas por lo general sí me lo quitan y mucho. De verdad que me lo quitan y el problema es que no sé si vale la pena permanecer despierto por cosas que no se pueden cambiar. Es un cuestionamiento actual y no sé cuánto irá a permanecer.
De momento y para despedirme, una canción que me encanta. Ignoro la letra…. Pero usted sabe, querido lector.

http://www.youtube.com/watch?v=6QyVil0dwhk

sábado, 1 de agosto de 2009

Con ninfas en mi casa

Después de mucho discutir, mucho convencer y mucho publicitar, compramos una parejita de Ninfas para que vivan con nosotros. Estas ninfas son pájaros como los loros, bien llamativos y eventualmente entrenables para que hagan gracias y cosas por el estilo. Más que las gracias mismas, a mí me hacía ilusión tener ese tipo de aves en casa, porque siempre me ha resultado choro imaginar un pájaro diciendo las estupideces que pienso yo y no siempre me atrevo a comentar. Hasta el momento, fuera de unos ruiditos interesantes, no han hecho nada, pero les daremos tiempo.
Una vez escuché que traen suerte, así que hasta expectativas de ese tipo tengo puestas en ellas. Mi padre está como un crío mirándolos y remirándolos y mi mamá todavía me recrimina por haber gastado esa plata en pájaros y no en un par de zapatillas. Yo, por mi parte, sólo espero que vivan bien y bastante esos animalillos para reírme un poco, si es que les saco alguna palabra.
Pero estas avecillas llegaron en un combo, que incluyó una pareja de Diamantes, otro tipo de pájaros pequeños y bien bulliciosos. La cosa es que ahora mi perro anda ultra celoso, porque, tal como me dijo el vendedor, paso cantando o silbando por donde están los pájaros, para ver si aprenden las ninfas o me responden los diamantes.
Por otra parte, he reanudado mi trabajo en el colegio y hasta el momento, no he detectado ningún cambio en el discurrir del asunto. Estoy postulando a otras pegas, pero el nudo en el estómago no quiere marcharse y la inseguridad aún persiste.
Por último, he andado en algunas fiestas estos días y mi comportamiento en ellas ha sido bien disímil. Puntualmente en las dos últimas, lo pasé muy bien. No obstante, como soy más bien poco experto en esas cosas, espero aprender, para no pasar vergüenzas, para disfrutar más y quién sabe… hasta aprendo a bailar! No es que me haga mucha gracia aprender, pero ya la gente empieza a escuchar con desconfianza mi excusa de tener verrugas plantares, para no salir a la pista.
Esop. Ahora me largo, U abrazo grande al que lee y ya nos veremos!