Semana intensa, muy intensa, con exámenes y todo

Cuando empezaba la semana que recién terminó, mi principal sentimiento era de angustia e incertidumbre, porque me jugaba el pellejo en muchos sentidos. Exactamente! Era la semana del examen de grado, del comienzo de la práctica y de la resolución de un proyecto que esperaba hace rato. Dados estos sucesos, puse en marcha una serie de complicados hechizos para salir bien librado de todo, entre los cuales se contaban estudiar, estudiar, y estudiar. Sin embargo, la poción no estaba completa, porque le faltaba un elemento vital, el cariño de los míos y la oración, y aún así…. Su efecto era imposible de predecir.
El primer día de práctica fue inquietante y presagiador de asuntos oscuros, porque mi mente no quería dejarse convencer de que sólo era un primer encuentro. Ese mismo día, me enteré en una reunión a todo trapo, de que el proyecto finalmente se había aprobado en forma más que conveniente para nosotros y la esperanza permaneció en mi interior, a la expectativa de lo que sobrevendría. Así, con el miedo bloqueando mis sentidos y unos cuantos apuntes todavía sin terminar, me acosté la noche del martes, con la esperanza de realizar un buen ensayo el miércoles y estar preparado para el jueves .
Ah.... destino de la puta madre! Cuando me levanté el miércoles, sentí ganas de revisar el papelito que nos dan con el horario y día del examen......
¡Menos mal que lo hice! ¡El examen era el miércoles al medio día y no el jueves! Y yo..... ¿Con mis apuntes sin terminar, mis papeles sin entregar y mi conocimiento sin digerir! Literalmente, No disponía de tiempo para tener miedo ni para bloquearme, así que corrí a dejar mis papeles a la universidad y a solicitar los equipos de la sala del examen. Tuve más buena suerte de la que pensaba y, tal como al principio, siempre hubo alguien dispuesto a ayudarme. Así las cosas, y yo muerto de miedo y hecho un lío con los apuntes que iba a repartir entre la comisión examinadora, pero con una extraña negación a bloquearme. Sin embargo, esta sensación se hizo polvo cuando vi a mis compañeros que esperaban su turno para rendir el examen. Se respiraba una tensión contenida que bien podía compararse a la que se siente cuando uno aguarda en la sala de espera del doctor.
La cosa es que llegó mi turno y entré acompañado de mi madre y mi prima. (jeje sí, soy mamoncito, pero no me incomoda) y ahí estaba la comisión! Yo los conocía bien, pero.... qué serios parecían! Me armé nomás de valor y comencé a exponer, mientras pensaba en que era mi última oportunidad para jugármela y en que después de eso, me iba a quedar mucho tiempo para ir a celebrar.
Terminada la exposición y la lluvia de preguntas, nos retiramos para permitir a la comisión decidir la nota que merecía. Pasaba el rato y yo sentía que odiaba la ropa formal, que el miedo me seguía comiendo, pero que ya había dado todo lo que tenía. Por último, nos hicieron pasar y la nota fue entregada!...
¡Hace mucho tiempo que no estaba tan feliz!, ¡Estaba hecho y bien hecho, por la cresta! ¡Habíamos casi terminado!.
Hace mucho tiempo que tenía ganas de retribuir de alguna manera el esfuerzo que tanta gente ha puesto para que a mí me resulten las cosas. Quiero a través de estas líneas agradecer, porque evidentemente no lo habría podido lograr sin cada detalle y a veces mucho más que un detalle, que salió de ustedes. Cada uno fue importante a su manera, no sólo porque cumplieran una determinada función, sino porque de cada encuentro, cada lectura, cada consejo, saqué algo que me sirvió para llegar hasta aquí. Quiero agradecer también las muchas formas en que mi familia y amigos han manifestado su alegría por mi examen y por el tremendo apoyo que me han entregado en esta semana y en todo el proceso.
Ayer, fue mi segundo día de práctica y ya definitivamente he desarrollado una fobia a la ropa formal, pero lo importante es que descubro cada día que me gusta más la enseñanza y, aunque tengo dudas, la cosa se arregla día a día. Ojalá siga así, para que podamos llegar a buen término y aprender al mismo tiempo.
Okis! He escrito mucho esta vez y espero no haberlos aburrido, pero no me despediré sin antes invitarlos al estreno de la obra “El guacho mañungo” a realizarse el jueves 19 a las siete y treinta de la tarde, en el centro cultural España. Esta obra está a cargo de la compañía en que participo y ta re buena, la verdad. Ojalá puedan asistir para que me den sus impresiones.
Vale. Ahora si me despido. Un abrazo gigante gigante, cuídense mucho, cómanse toda la comida, sobre todo la betarraga que limpia la carita y el zapallo que engorda la pierna, como decía mi abuelita. Bye.

PD. Ya hablaremos sobre memorias de Idhún, pero para que se hagan una idea, hoy empezaré a leer el segundo libro (jeje), cuyo nombre es La tríada.