sábado, 27 de marzo de 2010

Deuda

Deuda

Una vez, en un documental sobre la vida de Joaquín Sabina, me encontré con un torero que decía algo más o menos como esto:
Uno escribe cuando está triste, pues cuando estamos felices simplemente no hay tiempo ni ganas de hacerlo. La frase estaba dicha de forma mucho más poética y en un contexto mucho más tremendo, pero creo que en su núcleo es completamente cierta. Hoy, casi terminando marzo, se me aparece una deuda, que tiene que ver con hacerle justicia al buen tiempo por el que estoy transitando. Quiero recordar con cariño este mes cuando el peso del año se haga real, porque ha sido fantástico y completamente inesperado.
Vamos por parte. Una vez que retomé mis labores en el trabajo, lo hice con un montón de aprensiones en la cabeza. La propuesta con que partiría el año era completamente nueva y bien complicada, a decir verdad. Se trataba de cátedras compartidas, una metodología de enseñanza a la que estoy relativamente acostumbrado y que a mi juicio redunda en varias ventajas para los estudiantes, como mayor profundidad en los contenidos y mayor posibilidad de atención. En definitiva, contribuye a un proceso de enseñanza/aprendizaje mucho más dialógico y compartido, más aún en lenguaje, un área tan susceptible de poner en diálogo. No es ni mucho menos más fácil que trabajar sólo, ni requiere menos esfuerzo, como se cree en algunos lugares; se trata de adecuar los distintos estilos de enseñanza de los profesionales involucrados, afiatar las estrategias y planificar adecuada y coordinadamente. En mi caso puntual, creo que está resultando bastante bien, y aún cuando sea demasiado pronto para evaluar, creo que he tenido suerte, pues la profesional que me acompaña en el trabajo es generosa, hábil y ha desplegado todo lo necesario para hacer de la experiencia algo que nos nutra a ambos y, por consiguiente, a los propios estudiantes.
A mí me ha dado seguridad y no me siento menos profesor por compartir la tarea; todo lo contrario. Siento que hacemos educación en el sentido más estricto y que si la metodología realmente permite mayor aprendizaje, pues que dure y que sea imitada. La cuestión es que hoy, si he de aterrizarlo a lo cotidiano, me levanto contento a trabajar, sin la ansiedad anterior; que me resulta sencillo compartir las inquietudes con mi compañera y que sonrío mucho más. Creo que los estudiantes lo notan, creo que para ellos será bueno y espero que esta evaluación primera no varíe mucho de aquí a unos meses.

Las cosas en las otras pegas que realizo van estupendamente. La gente valora lo que hacemos y los nuevos proyectos se insinúan con aires esperanzadores.

Por otra parte, abía olvidado cosas que han sido recordadas por estos días, había guardado detalles, y hoy se levantan, ya no para lastimar. Camino despacio hacia la reconstrucción, y espero que el tiempo que duró la reparación haya sido suficiente. Creo que mirar hacia atrás aún me da miedo, creo que aún temo que todo se evapore con la facilidad con que se formó, pero creo que había razón en las frases que me sobrevolaron días atrás, que hablaban de no dar por perdida una batalla sin haberla peleado. Hay una nueva inversión, hay un capital que se ha generado. Es hora de cuidarlo, para que fructifique, y ya veremos cómo crece, si crece. Sólo espero no quedarme en blanca, sólo espero valorar lo bueno para mirar con claridad, con cariño, una vez que la cautela dé paso a la tranquilidad.

Son buenos tiempos por los que agradezco, más aún sabiendo que hay gente que se está armando despacio aún e intenta sanar de todo lo que ha pasado. Son tiempos tranquilos en que algunas personas han tenido un rol significante. Gracias por eso, por apoyar, por creer.
Un abrazo para todos y nos vemos a la otra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena redacción me llega y te creo.
Cariños Diana

whoa great bananas! dijo...

La despedida suena súper terminante. Suena a que vas a dejar de escribir porque estás contento. Encuentro que hay conformismo en situar la felicidad como antitética con respecto a la escritura, porque evidencia un poco la expresión más simple de sí. Pero no es tan mentira, porque se puede comprobar (un poquito).
Digo, y sólo por jugar contigo, ¿no es acaso más útil escribir a travé del buen momento para ponerlo en lo fijo y comunicativo para que así trascienda un poco más de su base de felicidad en sí? Esto es, que sea potencial indicador de felicidad en el otro a la vez.
No sé; realmente no quiero reducir el elemento, y estoy posteando sin pensar mucho. Estoy comunicando un poco de nada.
Recuerdo una vez cuando hablaba con un chico (cuando era yo mucho más chico). Era verano y mis habilidades sociales habían aparecido dentro de círculos patentemente incapaces.
-No sé, creo que es normal escribir cuando uno está triste-dije yo.
-Yo escribo cuando estoy contento, porque así, cuando estoy triste, leo y me acuerdo de cómo es-dijo él.
No sé si lo dijo como hecho o por completar el diálogo, y claro, había una inocencia súper grande en todo el momento, pero creo que se aplica (un poco) a esto, a tu posibilidad comunicativa.
O no sé, quizás no y por eso balbuceo tanto.

elalcaravan dijo...

a vece trabajar de a 2 es más difícil que hacerlo solo, ojalá te siga iendo bien